El Rey está desnudo




Los artículos de opinión que lees hoy en La Prensa, suelen entregarse cuatro días antes. O sea que para hablar de la coyuntura, te la tienes que jugar. Porque en este país donde lo imposible no existe porque es vida cotidiana, nunca se sabe lo que puede pasar el minuto siguiente. Lo que escribiste ayer… vale sólo para ayer. Pero como el tal Referéndum Revocatorio vivido el domingo 10 de agosto en Bolivia fue siempre un absurdo (y millonario) capricho destinado a medir fuerzas entre un par de machos de izquierda y derecha, no era difícil afirmar, cuatro días antes de los hechos, … que nada iba a cambiar. Es más, nadie creía en la mínima posibilidad de un Evo conciliador en plena batalla, como fue su mensaje, luego de proclamarse vencedor. Bueno, yo sí creía que luego de la obviedad de los resultados, Evo buscaría, por lo menos en la palestra, otra cosa. Me lo dijo su gesto del 6 de agosto.



El Rey está desnudo y nadie se anima a decirle. Nadie de los suyos, claro. Suyos en el sentido de estrechos colaboradores remunerados de quienes sólo se oye lo que el Rey quiere. Porque están también los creyentes, los comprometidos, los simpatizantes y todos quienes apostaron por él sin ser suyos. Los opositores, obviamente sacarán ventaja de la estupidez colectiva del Rey y su corte. Nosotros, en cambio, los del medio (esos que ahora nos llamamos “los nuevos excluidos”), por lo menos hasta hoy, tendremos la libertad de decirle que está desnudo… y solo.

Prueba de lo primero son las confesiones de alcoba de Martín Sivak que en su libro Jefazo relata así las reuniones de gabinete: “En general, sus ministros son sumisos y le temen. En una reunión de gabinete pidió que lo criticaran. Nila Heredia (…) le dijo que muchas veces salía apresurado a hacer declaraciones y le reclamó que tuviera más en cuenta a los ministros. Evo se enojó y le contestó, pero Heredia subió en su consideración. Sabe que muchas veces decide automáticamente qué decir. Piensa en sus medidas en términos de impacto. Quizás sea un viejo eco sindical: sabe cómo ganar una asamblea. (…) Los ministros dóciles se sienten obligados a ejecutar ideas de Morales que no siempre comparten (…). El Presidente se enoja con los funcionarios cuando los ve despolitizados, haraganes y poco comprometidos. No siempre promueve la discusión.” (p.322)

Servidores obsequiosos del Rey, callan ¿Por qué? La mitad de la historia no la sé. Porque pensar que es sólo temor al “Tata Presidente” sería demasiada estupidez. La otra mitad es conjetura. Hay dos caminos posibles para intentar resolver el entuerto nacional que desde la óptica de la izquierda –y finalmente en los hechos- se mira en blanco y negro: hay dos polos opuestos y antagónicos; léase oriente-occidente, blancos-indios, ricos-pobres, dominantes-oprimidos. Un camino (im)posible es apostar por “la complementariedad de los opuestos”, es decir, hacer de tripas corazón para lograr el milagro de la convivencia no sólo pacífica sino fecunda, sabiéndonos profundamente distintos y asumiendo centenarias cuentas impagas. El otro camino es el inverso: “la agudización del conflicto”, la profundización de las diferencias. Llevar las cosas a tal extremo que la pita se rompa y dé lugar a la mentada revolución que permita el surgimiento de un nuevo orden. Esa es la apuesta de Álvaro García Linera, a quien Evo llama “maestro” –el que enseña, el que sabe, el ideólogo del MAS hoy-. Álvaro que con el perfil público suaviza el discurso de la confrontación y con el privado (ante el gobierno y los movimientos sociales) azuza el enfrentamiento con total entusiasmo y militancia.

O sea que quienes andamos deseando el milagro, tenemos pocas esperanzas, mientras el Rey siga en el juego con su corte, creyendo que lleva un magnífico traje sólo visible a sus ojos, ciego y sordo a las voces que no hacen bulto en su barra brava. (¿Qué habrá sido de la ministra Heredia, la única que se animó a delatar la desnudez del Rey?)

El Rey está desnudo y solo. Así se mostró el día de la fiesta nacional. Peor aún. Álvaro a su lado. Ese brazo derecho, ese sustituto de sí mismo y de la mujer que no tiene. Será que ando echando de menos alguna presencia femenina que apacigüe los ánimos, que cambie el carácter duro y macho de la postal presidencial. El caso es que el día del aniversario patrio no fue una fiesta sino un acto político cargado de tensión. Algo así como celebrar el día de la familia en pleno pleito de divorcio. Un evento finalmente inoportuno.

Una crisis evidenciada en la asistencia presidencial a la misa del Te Deum como quien no tiene dónde ir (porque Evo –y menos Álvaro- no cree en la Iglesia). Una crisis indudable en el discurso de Evo recitado/recortado a su mínima expresión. Un rostro presidencial que, a pesar del esfuerzo, dejó escapar un halo de incertidumbre, Tata Presidente: ¿Y si se está equivocando? Porque si lo que cuenta Sivak es cierto y el Presidente demanda a los suyos crítica –y verdad- y sólo escucha idolatrías… Por qué no creer –o desear- que Evo comience a sospechar que esta batalla es inútil, que desperdició miles de dólares en propaganda política sólo para ratificar las diferencias y que por tanto es posible pensar en cambiar de ruta… y de cortesanos.



Foto / David Lanza Nolasco

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