CRÓNICA / Pajarito negro
Ni pan ni circo, historias de hambre en América Latina / NUEVA SOCIEDAD / COLOMBIA / ARGENTINA / PÁGINA SIETE / BOLIVIA P udo haberse llamado Soledad pero su mamá prefirió bautizarla Efigenia con “e”, no con “i” como enseña la mitología griega. Paulina, la mamá de Efigenia, tiene el aire un poco rebelde pero no fue por eso que nombró a su hija con la letra que quiso sino porque equivocó la vocal. Alguna vez oyó ese nombre y lo copió. Al fin y al cabo, de mitología griega no sabía nada. Nunca asistió a la escuela porque nadie la mandó y con el paso de los años aquello no sólo le pareció innecesario sino riesgoso: muchacha que iba a la escuela volvía cargada de “wawa” (hijo). De modo que cuando Efigenia terminó la primaria, Paulina le dijo: “ya eres jovencita, eres un peligro en la escuela” y Efigenia no se dejó rogar, casi contenta abandonó el colegio. Tenía tres razones para hacerlo: nunca pudo escribir la letra “t”; para mayor desánimo sus compañeros la llamaban “pajar...