La presencia de la montaña

El Illimani se está -es algo que no se mira. En el Illimani, el cielo es lo que se mira; el espacio de la montaña. No la montaña. En el cielo de la montaña, por la tarde, se acumula el crepúsculo; por la noche, se cierne la Cruz del Sur. Ya el morador de las alturas lo sabe; no es la montaña lo que se mira. Es la presencia de la montaña. (Jaime Sáenz, Presencia de la montaña) La Paz es el Illimani. Los paceños alteños somos el Illimani. Y eso no es poca cosa. Sin el Illimani los paceños andaríamos –si acaso pudiésemos- vaciados de alma; seríamos almas en pena. Andaríamos –si acaso pudiésemos- huérfanos de identidad; seríamos nadies. No puedo siquiera imaginar La Paz sin el Illimani. Es inimaginable pero tristemente posible como novela apocalíptica de un futuro no muy lejano. Imagino por ejemplo –apesadumbrada- contar a mis nietos sobre la hermosura de esa montaña imponente allá a lo lejos, que alguna vez fue el fastuoso nevado Illimani, como me hablaban a mí del Ch...