PAT, 100% cuero



Poco tiempo había pasado desde que me estrené como columnista de La Prensa, cosa que en nada cambiaba mi situación de desempleada. Sin embargo, de pronto estaba invitada a la posesión del Defensor del Lector, nuestro bienquerido Luis Ramiro Beltrán. Allí andaba Ximena Valdivia que me dijo "he leído tu columna, a ver si algún día trabajamos". No pasaron ni 24 horas cuando me presenté en su oficina de PAT proyecto en mano. El resultado fue un ciclo de 13 capítulos de un programa que se llamó Cuando cae la noche. Comenzaba así mi tránsito por esos lugares invisibles para el ojo de la televisión, digamos la marginalidad de las putas, los travestis, los niños de la calle, las mujeres en las cárceles, los ciegos, los brujos, etc., etc. Finalmente lugares comunes que sin embargo adquirían allí sentido político más allá de la visibilidad necesaria. Aquella apuesta tuvo un fuerte impacto social y digamos mediático. Por eso el paso siguiente fue Contramano, un programa que creó un modo estético maravilloso para hacer de la crónica televisiva el nuevo formato de la televisión boliviana para narrar los avatares de la vida cotidiana de hoy, profundamente compleja, intensamente política, cabrónicamente dolida y paradójicamente optimista.

PAT fue mi casa. Allí dejé lo mejor de mí. Por eso me duele el giro hacia el mercado, un espacio tremendamente corrupto en el que se desenvuelven hoy medios y... periodistas.

¿Cuándo se jodió el periodismo?

Zappeando obligada por el oficio me detuve de pronto en un cuerpo ya casi familiar que respondía ante el micrófono de un programa dedicado a las intimidades de la farándula cruceña. Era aquella rubia modelo que se entrega totalmente desnuda a la metáfora de un spot televisivo que ofrece “100% cuero”. Sonriente mostraba el cheque por la mitad de un contrato por 4.000 dólares que la empresa Daher (propietaria del canal) acababa de cancelarle como adelanto por su participación en el stand de PAT en la feria cruceña. Como ya nada sorprende en este giro en la ética periodística, simplemente pensé en que hace por lo menos dos años y medio -hasta la publicación de este artículo y gracia a él- reclamé a PAT de manera ya indigna que me cancelara los honorarios por mi trabajo profesional como productora y directora del programa Contramano, Mención en Televisión 2006 por la Asociación de Periodistas de La Paz en el marco del Premio Nacional de Periodismo, algo absolutamente irrelevante para un canal que en el vuelco ético optó por hacer de sí mismo 100% cuero.

Cuando la compra de PAT se hizo efectiva, publiqué un artículo previendo el viraje de ese medio que desde 1998 había apostado por la producción nacional convirtiéndose en un referente insoslayable del periodismo boliviano. Y es que desde que surgió la televisión privada en Bolivia (1984), muy pocos se animaron a ese desafío urgente. No sólo porque la televisión por cable avanzaba a pasos gigantescos y nos comía cada día un poco más, obligándonos como periodistas y como país (léase empresarios comprometidos) a impulsar el desarrollo de la (industria de la) comunicación desde nosotros mismos, sino porque ese era el sentido mismo de nuestro trabajo: interpelar a la sociedad en todos sus rincones, pero hacerlo nosotros y en primera persona. Porque es bien sabido que el valor de los medios, y sobre todo de la televisión, radica en su capacidad de construir los imaginarios, las ideas con que a su vez la gente construye el mundo a partir de lo que éstos le dicen y muestran. De allí su poder. Entonces ¿cómo no entender la importancia de producir contenidos propios? Pero la tendencia fue optar por el camino fácil: comprar producción extranjera, barata y rentable. Eso para el relleno sin compromiso. Porque ciertamente se supo pronto en qué consistía el poder de los medios. Como en todas partes del mundo, los medios pasaron a manos del empresariado ¿Responde esto a la pregunta inicial?

Cuenta el maestro Kapuscinski que hace 50 años este oficio era otra cosa, “se trataba de una profesión de alto respeto y dignidad, que jugaba un papel intelectual y político. La ejercía un reducido grupo de personas que obtenía el reconocimiento de sus sociedades”. El periodista era un sujeto respetado. Pero esto cambió en los últimos 20 años –dice- a partir de una tremenda transformación en las prácticas de este oficio. Por una parte está la revolución tecnológica y por otra, el cambio más dramático: la noticia se convirtió en un buen negocio. Este descubrimiento atrajo gran capital a los medios de comunicación. Entonces, si antes los medios tenían a tipos comprometidos que hacían periodismo persiguiendo ideales, ahora, los medios son uno de los múltiples negocios de algún habiloso comerciante. Sigue Kapuscinski: “La dirección de esos grandes multimedia quedó en manos de personas que no venían del periodismo ni se interesaban en esta profesión, sino que la veían como una mera herramienta, un instrumento para obtener ganancias altas y rápidas. Por eso los reporteros carecen de un lenguaje común con las cabezas de los medios, administradores de negocios que ni siquiera dominan el vocabulario del oficio. Eso creó un brecha entre los dueños y gerentes de los medios y nosotros, los periodistas, porque ellos persiguen otros intereses y objetivos. Hoy al cronista que llega de hacer una cobertura su jefe no le pregunta si la noticia que trae es verdadera, sino si es interesante y si la puede vender. Este es el cambio más profundo en el mundo de los medios: el remplazo de una ética por otra”. El reemplazo de un slogan por otro: “PAT, 99.9% Producción Nacional, por PAT, 100% cuero”.

El vaticinio se cumplió a cabalidad. Hace un par de años escribí: “Ocho años de apuesta por la producción nacional son excepcionales en un país que no cree en sí mismo (…) Por eso, si lo que me cuentan se confirma y PAT no sólo cambia de manos sino que deja de ser ese compromiso con el desarrollo del periodismo mismo y de la producción audiovisual; un emprendimiento finalmente comprometido con el país y no fundamentalmente con el mercado, habremos perdido un bien común. Si PAT se suma al montón, habremos vuelto a la prehistoria de la televisión nacional y quien nos relate será la televisión por cable. Habremos perdido el sentido”.

Comentarios

El Ojo de Vidrio ha dicho que…
Cecilia amada: No sabes cuánto te entiendo. Con casi 30 años en este oficio penoso, tengo cuero de anta. Cualquier medio reproduce mis artículos y luego apenas me entero, aunque otros al menos tienen la gentileza de enviarme algún ejemplar. Con todo, nos queda el consuelo de Kapuscinski. Fui un espectador fiel de Contramano y sigo pensando que fue el mejor programa de reportaje jamás difundido por la tv nacional.
sildecide ha dicho que…
Son las ingratitudes de entregarse con pasión al trabajo y esfuerzo por una comunicación real, me encantaba tu programa y es una perdida muy grande ya no a contramano una información con sentimiento y periodismo cientifico.
Cecilia Lanza Lobo ha dicho que…
Ramón ! Ya sabes, leerte es como que luego todo importa un poco menos..., me río, me encanta, me haces re bien. Te abrazo bien fuerte.
Estuve en Cocha varias veces, me hubiera gustado verte. En todo caso, en enero nos emparentamos, keasdicho!. Cómo le hubiese gustado a mi papi y cuánto te hubiese querido y disfrutado. Te imaginas entonces la responsabilidad que te toca? Ja, ja. Pos la compartiremos...
Cecilia Lanza Lobo ha dicho que…
Sildecide, gracias, un abrazo. De todas maneras, sin pasión en lo que hacemos, no pasa nada... Ya sabes, como el Ramón, vamos engrosando el cuero. Le meteremos alma y todo mil veces más ¿no ve?

Un abrazo a tod/as la/os que me escriben al mail. Oscar, Paulo, Bobs, Fer, Ted, Carlos, Pulga, Rodro...
Vania B. ha dicho que…
Perdimos un bien común, definitivamente. Ahora PAT es Unitel 2, 100% cuero y demás vainas.

Los televidentes bolivianos nos sentimos desamparados.

Un saludo, Cecilia, qué lindo haber encontrado este blog.

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