Solteras



Antes de que ella se fuese de mi casa, yo tenía un amante a medio tiempo. Cuando ella volvió, un año después, ese amante cumplía ya tiempo completo. Es decir, vivía en mi casa. Era mi pareja. Entonces, ella, Silvia, trabajadora del hogar en mi casa, hermosa mujer, grande y siempre sonriente con un coqueto sombrero floreado que no se quitaba nunca, me dijo: “Yo también me he conseguido marido”.

Así, las dos volvíamos a compartir casa y estado civil. Cuando cambié de barrio, Silvia ya no pudo acompañarme porque la nueva casa quedaría muy lejos de la suya, ahora que ella tenía marido con quien dormir.

Aunque alguna vez hablamos por teléfono, no la he vuelto a ver y a ratos extraño nuestra vida de solteras y su sonrisa como un sol.

Comentarios

Jorge Luis Ferrari ha dicho que…
Y ahora el sombrero se hace el único recuerdo que se tiene de ella, o tal vez, la foto de ese sombrero.

Que post más nostálgico

Entradas populares de este blog

Los novios de la muerte

Los muertos

El Rey, su mujer, la cocaína y la crónica de una crónica