Wawitas de pecho
Soy de la generación de “Ultraseven” en la TV en blanco y
negro las tardes de canal 7. Un superhéroe japonés ataviado de un disfraz hecho
por alguna costurera de cumpleaños de niños, cuya gracia mayor eran los trucos
visuales hechos a puro corte de cámara con humo de discoteca: ahora
estás-corte-ahora ya no estás. Malabares que hoy nos revolcarían de risa y que
podríamos hacerlos como quien juega canicas. Eso mismo trasladado a la política
de los años 80 y, claro, la política de hoy, esa con efectos especiales
plurinacionales, cámara 360 y drones 4K. Por favor, acomódese los lentes para
entrar en la realidad virtual y pedir que al final de esta nota me parta un
rayo.
¡Corre cámara!
1980. El narcotráfico va viento en popa. Los gobiernos de la
región llevan uniforme de cacería tras el enemigo interno ante cualquier
amenaza democrática. Empresarios del oriente vinculados al narco se alían con
los uniformados en busca de protección, el Rey de la Cocaína como líder, el nazi
Klaus Barbie como perro guardián y el Loco Arce Gómez de matón. El narco
financia el golpe, la CIA en el medio, dos avionetas del Loco caen con droga.
¡Booom! Asesinan a una pareja, a Luis Espinal, a un ciudadano
en el cierre de campaña del MIR y cuatro personas mueren en la avioneta que cae
con Jaime Paz adentro. Llega el golpe. Asesinan a tres líderes políticos en la
COB, entre ellos Marcelo Quiroga, torturan y apresan a decenas de personas en
todo el país. Poco después asesinan a ocho dirigentes en la calle Harrington. 94
muertos, 26 desaparecidos. La dictadura de parranda, narcodólares y autos de
lujo, reparten dinero a sus feligreses y vacían el bazar militar hasta quedar
yescas; uno: realizan un par de contrataciones directas y los vidrios de una
construcción pública llevan a sus casas; dos: cobran un cheque público; tres:
compran vehículos de lujo para la Presidencia; cuatro: reparten tierras a sus parientes;
cinco: intentan ejecutar un contrato privado para explotar minerales preciosos
del Estado. Los pescan. Caen. Los dos cabecillas principales están presos.
2017. El desastre se mira en 3D. No hace falta enumerar, todos
asistimos a la misma película; sólo unos datos para la mirada-dron de la historia.
Primer año de luna de miel: 16 muertos en conflictos de pueblo empoderado y
Presidente disfrazado de dios. Comenzamos mal. 9 el segundo año de movimientos
sociales herederos del bloqueo como arma letal; cae la primera víctima q’ara en
ajustes de cuentas raciales alentados por el discurso del enemigo interno que
se repite en el círculo presidencial de q’aras arrepentidos. Un ex militar
nostálgico de la “inteligencia” de la Escuela de las Américas es ministro estrella
y un guerrillero frustrado es vicepresidente. Asalto al hotel Las Américas,
asesinan a tres personas y alegan intento de magnicidio al calor de las papas
calientes; el trauma continúa con un capricho revolucionario llamado Escuela
Antimperialista. Se entrenan “ponchos rojos” furibundos y se adula cocaleros
feligreses.
La cosa se pudre pronto: 13 muertos en Porvenir, 3 aquí, 4
allá, otros más allá con el sello ministerial de aire turbio que igual que el
Loco Arce más tarde inventó una “contra acusación” llamada “cartel de la
mentira”. De corrupción ni hablar. Ningún gobierno en la historia del país
supera al de Evo Morales. Ninguno. Miles de millones desviados en casos
conocidos. Sobreprecios, elefantes blancos, avión presidencial, autos de lujo
de un solo concesionario, construcciones megalómanas por contratos directos.
Consorcios mafiosos de abogados y jueces oficiales. Jefes policiales
narcotraficantes al modo garcíamecista superado, contrabando y droga por
toneladas. Los muertos son más de 100. Y duelen igual que los de ayer. ¿Acaso duele
menos el minero José o los funcionarios de la alcaldía alteña que Marcelo
Quiroga, Genaro, Carlos y todos ellos?
He ahí la realidad que nos supera haciéndose pasar por
realidad virtual como si no existiese, como si fuese mentirita. Ya no es
posible enumerar la corrupción, la afrenta, el daño que antes era claramente
identificable uno a uno, extraordinario. Hoy se ha naturalizado, es ordinario y
ya no nos hace cosquillas: este mundo se ríe de los matones en blanco y negro, wawitas
de pecho, porque los de hoy han hecho de la estafa de nuestra fe en un mundo
mejor, la religión de su discurso revolucionario full color. ¡Corte!
@lamajabarata
http://www.paginasiete.bo/opinion/cecilia-lanza/2017/7/31/wawitas-pecho-146558.html
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